En un reciente artículo aparecido del periódico británico The Guardian (del sábado 3 de septiembre), la periodista Laurie Clarke se preguntaba si el reciente boom de los podcasts en YouTube no estaría arruinando el poder tan atractivo del audio.
En España, plataformas como Podimo, que hasta no hace mucho solo producían audio, han construido sus propios estudios de vídeo para que sus creadoras y creadores más destacados puedan ser filmados a la vez que graban sus podcasts. De esta manera, el vídeo el vídeo sirve de herramienta promocional de podcasts como Cariño, ¿pero qué dices?, de los mega famosos Risto Mejide y Laura Escanes, o el divertidísimo Keep it Cutre, el magazine millenial escrito y conducido por Ángela Henche y Albanta San Román. Estas piezas audiovisuales son las que se intentan viralizar en redes sociales, aunque como novedad también pueden verse dentro de su propia aplicación.
No es ninguna novedad que YouTube sigue siendo la plataforma más utilizada del mundo para consumir contenidos de audio, ya sea de música o de podcasts. Hay muchos motivos para que así sea y para que siga siendo en un futuro: gratuidad, implantación global, uso generalizado, el poder de Google en nuestro uso diario de internet, etc. Por este motivo, plataformas y productoras de audio no pueden obviar la oportunidad que YouTube supone para su negocio, ni los aprendizajes que hemos obtenido a lo largo del tiempo de las redes sociales: que el contenido en vídeo es mucho mejor acogido en redes sociales que el simple audio y que los algoritmos favorecen mucho más al formato vídeo frente a la imagen estática o un player donde escuchar canciones o podcasts.
No es casualidad que de los 10 podcasts más escuchados hoy en España (tanto en Apple Podcasts como en Spotify), aproximadamente la mitad sean proyectos que se consumen masivamente en YouTube: Nadie sabe nada, The Wild Project, Estirando el chicle o El partidazo de COPE. Según datos estimados, en España podcasts como El sentido de la birra (exclusivo de Podimo pero gratuito en YouTube una semana después) o La vida moderna, tienen muchas más visualizaciones que escuchas.
Pero, ¿qué nos quiere decir todo esto? ¿Tienen las productoras de audio la necesidad de ajustar su estrategia a las tendencias de consumo? La respuesta parece obvia: quien quiera competir por los puestos más altos, tiene que incluir una estrategia de vídeo en su hoja de ruta. Esto, a corto plazo, requiere inversión: no cuesta lo mismo producir un podcast que una pieza audiovisual, aunque es cierto que ya no es necesario gastarse una fortuna a la hora de producir contenido en vídeo de manera casi profesional. Es decir: las productoras independientes están obligadas a coproducir o vender a plataformas con mucho más presupuesto su contenido más relevante, o se quedarán fuera del top 10. Y si miramos ese top 10 actual, entenderemos que eso es algo que ya está pasando.
Sin embargo, hay otra cuestión, mucho más de fondo: el audio resulta mucho más fácil de consumir –no necesitas estar mirando una pantalla, puedes estar haciendo otras cosas a la vez que disfrutas de un contenido– y es, además, mucho más poderoso a la hora de disparar nuestra imaginación. No es lo mismo escuchar un podcast tan bien producido como The Apology Line (Wondery, 2021) que ver un documental sobre ese mismo tema. Y es aquí donde debería estar el centro del debate: ¿No iba el audio a salvarnos de nuevo, en una especie de efecto boomerang, de las “video stars” del presente, del mismo modo que en 1980 The Buggles certificaban que Video Killed The Radio Star? En Big Audio Media creemos en el poder del audio. Porque, como menciona Clarke en el artículo de The Guardian, un podcast en vídeo que incluya otras imágenes de archivo no deja de ser un programa de televisión, y un true crime en vídeo no deja de ser un documental.